lunes, 18 de julio de 2011

Nuevas instrucciones

La semana pasada leí un libro que decía que para olvidarse de un ex (que merece el olvido, completo) tenías que cortarte el pelo, teñirte, hacer algo por tu cuerpo, deshacerte de todas las cosas que hay en tu casa que te recuerden a él o, en su defecto, pintar las paredes o cambiar los muebles de lugar.
Luego de cerrar el libro, sentí una especie de revelación (aunque lo que este autor decía no era nada nuevo) y me pedí un turno en la peluquería, con el peluquero pelado.
Siguiendo con las instrucciones lo llamé a mi hermano y le pedí que viniera el fin de semana a colgar de una puta vez los cubos que compré cuando me mudé y que nunca puse donde debía. Voy a tirar los sillones al carajo, porque el perro los destrozó y, además, fueron los que él me ayudo a subir por el ascensor. También voy a tirar por la ventana una computadora del año 98’ que está de puro adorno en el living del departamento. Como pintar no puedo porque no tengo un mango, voy a limpiar las paredes que el perro autografió con sus patitas y voy a mandar a la tintorería toda la ropa de cama que huele peor que el zoológico de Luján (espero que no me diga que son pocas cosas porque le voy a meter todo por el orto).
El problema es que ahora me agarró una ansiedad incontrolable y hasta fui a la obra social a hacer el cambio de domicilio para que las boletas, por fin, lleguen a mi casa, luego de un año de decir “la semana que viene lo hago”. Mis planes incluyen, además, hacer el cambio de domicilio en el documento para dejar de votar en Junín todas las putas veces que me hacen votar al pedo, porque siempre gana el pelotudo que yo no voté y siento que me hago todo el viaje el reverendísimo pedo.
Sobre lo de “hacer algo con tu cuerpo” prefiero dejarlo en suspenso, a menos que el garcharse a medio capital y alrededores y comprarse mucha ropa valga como ítem cumplido.
Espero que todo esto funcione, porque se me están acabando las ideas… y el presupuesto.

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